sábado, 30 de octubre de 2010

Jarrones, lámparas y fruteros hechos con calabaza


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«La calabaza lagenaria siceraria es la única que no se come porque se utiliza con fines decorativos», asegura el italiano Roberto Batuzzi, más conocido como Baru, un artesano tallador y grabador de calabazas que empezó con esta labor artística hace algo más de un año. Hasta entonces había empleado su imaginación y creatividad en dar forma a la bisutería y a sus trabajos en plata.

En la actualidad, además de hacer jarrones, lámparas y fruteros con la piel dura de la calabaza de peregrino, elabora amuletos púnicos con conchas, por ejemplo. «Realmente, la gente utiliza lo que hago con las calabazas de muchas maneras, pero sobre todo para poner fruta, como jarrones o portavelas», puntualiza este artesano, miembro de la asociación de productores locales Aaple y que actualmente espera la concesión del carné de artesano que otorga el Govern balear.

Con aire pausado, pero algo inquieto, Roberto se anuda el pañuelo a la cabeza, se pone las gafas para ver mejor de cerca y toma asiento en el taburete de su mesa de trabajo, donde con paciencia empieza a ver la forma que tendrá una calabaza. «Primero compruebo si tiene estabilidad por sí sola. Hay algunas que salen muy buenas y otras que las tengo que lijar para que se aguanten. El siguiente paso en el proceso es hacer un círculo para quitarles la cabeza y conseguir la forma», asegura Baru. Más tarde vacía la pulpa de la calabaza, lija su interior para, minutos después, barnizarlo y empezar a dar forma del diseño exterior con un lápiz. «Lo que más cuesta en todo este proceso es vaciar lo que he pintado en el diseño, que casi siempre son cenefas de aires tribales». Ya por último, y tras volver a lijar el diseño y el borde del círculo, da una capa de pintura francesa para que aguante.

Baru cuenta que compra las calabazas para hacer sus creaciones en el mercado de Sant Antoni, principalmente. «Aunque también se pueden comprar en el mercado de Santa Eulària. La verdad es que no hay muchos agricultores que las cultiven porque necesitan mucha agua», precisa este artesano.

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